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El 6 de febrero el genio Bob Marley cumpliría 70 años. Como homenaje, reproducimos la nota dedicada al ídolo jamaiquino que Manu Cullen., de Rimas Rebeldes, escribió en 2012 para la revista Hecho en Buenos Aires. Además, al final agregamos una selección de covers y canciones que usaron samples de Marley.
Fue el alma rebelde que conquistó al mundo combinando la actitud de un pibe rudo de barriada tercermundista con la mística natural de un profeta. Robert Nesta Marley Booker, el hombre que popularizó el reggae y difundió el movimiento rastafari fuera de las fronteras de la pequeña isla caribeña llamada Jamaica, fallecía, dicen, hace tres décadas. Tenía 34 años, 14 hijos y un genio musical que sigue cautivando a millones de personas.
Había nacido el 6 de febrero de 1945 en el pueblo de Nine Miles, St. Ann, Jamaica, hijo de una joven afrodescendiente y de un maduro hombre blanco, oficial de la marina real británica, al que casi no conoció. Norval Marley murió cuando Bob tenía 10 años. Su madre, Cedella, comenzó por entonces una relación con otro hombre, padre de Bunny. Juntos, los hermanos postizos comenzaron a interesarse en la música y ya mudados como familia a Trenchtown, la gran villa de Kingston, capital de la todavía colonia inglesa, comenzaron a estudiar canto con Joe Higgs. El soul y el jazz llegaban desde la radios de New Orleans y se reproducía en la calles del gueto pero con la independencia, en 1962, la nueva nación requirió de un ritmo propio y alegre que reflejara el optimismo de la época. Se lo llamó ska.
Bob Marley, Bunny Livingston y Peter Tosh, también alumno de Higgs, decidieron formar un grupo: los Wailing Wailers. En su primer hit, “Simmer Down”, los acompañaba el supergrupo The Skatalites. Su letra era un mensaje dirigido a los compadritos del rioba, los “rude boys” y su título y estribillo equivaldría en actitud, traducido al porteño de hoy, a un “quedate piola”. El productor del grupo, Clement “Sir Coxxone” Dodd, siguió grabando al grupo, incluso en el período de 1966 en el que Marley acompañó a su madre a los Estados Unidos, donde trabajó como obrero en una fábrica automotriz. Solo estuvo allí ocho meses. En Kingston lo esperaba su reciente esposa, Rita, un nuevo ritmo y un clima social muy distinto al de 1962.
Rastaman Live Up
Bob regresó a la isla meses después del paso por Kingston de Haile Selassie, considerado un dios vivo por el movimiento rastafari. El encuentro entre el emperador etíope y el pueblo jamaiquino pobre había impulsado un notable crecimiento de las ideas rastas en los márgenes de la ciudad, en barriadas como Trenchtown.
Cuando en 1930 el príncipe de Abisinia, Ras Tafari Makonnen, fue coronado como Emperador de Etiopía con el nombre de Haile Selassie I, muchos vieron confirmado lo dicho por el líder negro Marcus Garvey pocos años antes: “Mira a África cuando sea coronado un rey negro, porque la liberación estará cerca”. Con esas palabras en sus mentes, y apoyados en textos del Apocalipsis, varios predicadores se lanzaron a divulgar en los años siguientes la nueva doctrina en Jamaica, convencidos de la divinidad de Selassie y de la necesidad de repatriación a África. En poco tiempo, el apartarse de la sociedad moderna se convirtió en otra de las características básicas del movimiento. En 1940 se fundó la Comunidad del Pináculo, en la que llegaron a convivir más de 2.000 personas. El rastafariano estricto, afirmaba el cronista inglés Katrin Norris en 1962 “es orgulloso, firme en su severa moral mosaica, y se siente ultrajado por el trato que se da a los negros en Jamaica. No transige con una sociedad en la cual está obligado a ser ciudadano de segundo orden, y crea un mundo propio”. En su libro “Jamaica”, el periodista agregaba: “Algunos han llegado a establecer talleres comunales donde los beneficios obtenidos durante la semana se reparten en partes iguales entre todos los trabajadores. Se mantienen entre ellos estrechamente unidos y no sienten la necesidad de demostrar respeto por los blancos. Son profundamente religiosos, se llaman entre sí hermanos y se comprometen a vivir de acuerdo a un credo de 'paz y amor'”. El acoso permanente de la policía, obligó a los comuneros rastas a instalarse en los nuevos asentamientos que crecían, durante los 50, en el oeste de Kingston. Un informe encargado por la Universidad de West Indies aseguraba en 1960: “en las densas zonas de los barrios bajos la doctrina que hoy prevalece es rastafarismo”.
Si bien, algunos rastas intentaron establecer un sistema coherente de creencias, el rastafarismo no es una iglesia con una doctrina oficial. Existen distintos grupos con sus diferencias. El estereotipo del hombre con dreadlocks (las trenzas “rastas” en Argentina y en el diccionario de la Real Academia Española) que fuma marihuana, no representa a todos.
Sí el consumo de ganja es visto por muchos rastas como un sacramento y tanto éste como el uso de trenzas encuentran su explicación en textos sagrados. En los 60, el rastafarismo de mixturó con el Black Power e incluso, como alertaba el mismo informe sociológico, muchos rastas leían con atención sobre lo que sucedía en Cuba y África. Su mayor aporte en esos años seria la divulgación de la historia no contada de la esclavitud y la generalización del orgullo negro entre los pobres de Jamaica.
Música Rebelde
Tosh fue el primero de los Wailers en adoptar la nueva fe celebrando la visita de Selassie en la canción “Rasta Shook Them Up”. A llegar del norte, Bob propuso armar una nueva banda, The Wailers y un sello propio, que no funcionó muy bien, para divulgar sin ataduras sus nuevas ideas. Ninguna otro grupo ejemplificaría mejor que ellos el pasaje de la música de los rude boys a la música rebelde de comienzos de los 70. Ahora, Bob Marley, Peter Tosh y Bunny Livingston tenían una causa. El productor Lee Perry les aportó un nuevo sonido y la dupla ideal para sostenerlo: los hermanos Aston y Carlton Barrett, a cargo del bajo y la batería, respectivamente. El ritmo se llamaba reggae.
Los Wailers ya eran muy populares en el Caribe pero completamente desconocidos en el resto del mundo. El gran cambio comenzó en los primeros meses de 1972 cuando el grupo aterrizó en Londres para promocionar el single “Reggae on Broadway” editado por la CBS. La canción no vendió las copias esperadas pero Marley supo aprovechar el viaje para visitar al fundador de Island Records. Chris Blackwell ya se había interesado en la música jamaiquina editando la banda de sonido de la película The Harder They Come, en la que el cantante Jimmy Cliff interpretaba el arquetipo del rude boy. Cuando Cliff dejó Island, Blackwell encontró en Marley, no al artista que podía interpretar de forma convincente el rol de chico rudo de Trenchtown, sino al auténtico joven del gueto. Enseguida les ofreció grabar un disco con la última tecnología de la industria musical de entonces, en condiciones muy diferentes a las de Jamaica y les adelantó 4 mil libras. El resultado fue Catch a Fire, el primer disco de reggae pensado para la audiencia del rock. En las giras posteriores al lanzamiento del lp, en 1972, la estrategia se evidenció acertada. Si bien el disco no vendió mucho en sus comienzos, en los conciertos de Inglaterra se mezclaban los viejos fans de la comunidad jamaiquina con los nuevos los jóvenes blancos atraídos por un reggae emparentado conceptualmente al rock, con una imagen exótica y un contenido cercano a las luchas del Tercer Mundo.
Los discos que siguieron catapultaron a Marley al cielo para convertido en la primera y única estrella de rock de alcance planetario proveniente del Tercer Mundo. Cuando Peter y Bunny dejaron la banda para enfocarse en sus carreras como solistas, la banda pasó a llamarse Bob Marley & The Wailers. Las incorporaciones de las l-Threes (Rita Marley, Marcia Griffiths y Judy Mowatt) y de la guitarra blusera de Junior Murvin aportaron a la banda elementos exteriores al reggae que facilitaron la rápida aceptación en el nuevo público.
En Island, Marley editó una decena de discos y canciones que hoy son clásicos como No Woman No Cry, Is This Love, I Shot The Sheriff (popularizada en 1973 por Eric Clapton), Exodus... El álbum recopilatorio Legend, lanzado en 1984, lleva vendidos, en el mundo entero, 20 millones de copias.
Esto es así porque la música de Marley no sólo conquistó a lo jóvenes, hippies o no, de Europa y Estados Unidos. En 1980 tocó en las celebraciones de la independencia de Zimbabwe en un concierto que hoy se considera mítico. Su perfomance de aquel día inspiró a muchos músicos africanos a tocar reggae. Si éste género hoy es reconocido mundialmente, si posee interpretes y seguidores en cada rincón del planeta y si las rastas en muchos lugares ya no son un raro peinado nuevo, es porque Bob Marley existió. Su prematura muerte, meses después de que le diagnosticaran cáncer, sorprendió a muchos. Su música, sigue, cada vez que se escucha su voz, hipnotizando y sorprendiendo a todos. Será que es rebel music, pero además está tocada como los dioses.
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