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E.E.R.: Voceros del barrio, conocé a Clan Oculto

Written By Fde on 20.3.14 | 20.3.14


De la cantera de diamantes en bruto que representan las barriadas, los suburbios y barrios bajos; de ahí surgen buenas bandas y emcis cuyas canciones tienen sendos (y muchas veces necesarios) mensajes por dar. Uno de esos ejemplos es la banda Clan Oculto, dignos voceros de la realidad de su entorno... Por si no los tenes, acá un artículo para conocerlos.


El trío de hip-hop Clan Oculto, el parlante de protesta de la villa
Por Verónica Dema y Mauricio Giambartolomei


El trío de hip-hop Clan Oculto, el parlante de protesta de la villa, recibió a Marcelo Ezquiaga y sus músicos de rock. Los separan los barrios, las clases sociales y los recursos; la música, los acerca.

El trío de hip-hop Clan Oculto, el parlante de protesta de la villa, recibió a Marcelo Ezquiaga y sus músicos de rock; buscan que la música acerque barrios y clases sociales. Clan Oculto dejó de ser una banda de pasatiempo para intentar abrirse un camino profesional. Se presentó en el festival Ciudad Emergente , dio shows en Parque Lezama y se sumó a encuentros de reggae en los que tocó con Dante Spinetta , Dread Mar-I , Resistencia Suburbana y Fidel Nadal . Los separan los barrios, las clases sociales y los recursos; la música, los acerca.

El pibito detrás de su gorra visera termina de armar una gomera, apunta y dispara. Entre los pasillos aparecen cuatro hombres de traje, con cara de látex de ex presidentes. De la Rúa, Duhalde, Kirchner y Menem pegan saltos contra las paredes, bailan hip hop, cantan estilo beat box , desafían con ademanes exagerados para representar la canción de protesta del barrio Ciudad Oculta. Son el Clan Oculto detrás de las máscaras. El video de Noche Negras sintetiza varias de las ideas del grupo que se formó hace seis años en los sueños de un puñado de adolescentes.

Ritmos de jazz, influencias de blues y una formación musical atravesada por chamamés, chacareras, cumbias y artistas melódicos de domingo por la tarde se convirtieron en el parlante de protesta del barrio, hacia el interior de los muros y en el mundo de los buenos . Pasillos angostos, escaleras de metal y en espiral, olor a torta frita y guiso, tarde de sábado y vino en cartón, policías patrullando. En ese barrio, donde la exclusión inspira a los artistas, nutre sus letras, se fusionan dos realidades distintas con un mismo disparador: la música. El grupo de la villa recibe a un trío que tiene base en Palermo y se enfrentan dos culturas. Clan oculto y la banda de Marcelo Ezquiaga , en una convivencia callejera que se produce en el corazón del barrio.

Choque urbano.

Zacarías Fraga pide con celo que lo mencionen con su nombre artístico: ZaK. Es uno de los integrantes de Clan Oculto. "Nosotros somos del barrio, nos criamos acá, en las calles", dice. "Cantamos lo que nos pasa. El hambre, la bronca de que mueran amigos. Lo que hacemos es volcar todo, desahogarnos en una canción. Somos la voz de los que no pueden hablar". Se escuchan los acordes de un teclado: el trío recibe a sus colegas de Palermo. ZaK no se desconcentra mientras los vecinos, con mate o gaseosa, se acercan para observar sentados en sillas de plástico o en el piso. Su estampa, altanera, se pasea orgullosa. Sabe lo que hace y para quién lo hace.

"Con la música mostramos quienes somos", arenga. Sonidos de sintetizador y gritos de yeahhh yeahhh ganan el ambiente. Es sábado por la tarde. Dos paisanos toman vino cerca del escenario de cemento gastado, en la vereda de una de las calles principales del barrio, de la que se abre un laberinto de pasillos. Son las 15. Allí, el fin de semana ya empezó. "Vinimos a tocar a Ciudad Oculta como parte de la idea de tocar en distintos lugares de la ciudad que tienen poco acceso a la música", dice Marcelo Ezquiaga. Habla de Música sin fronteras, un proyecto propio con el que pretende integrar a los pueblos desde el arte. "Vemos que a través de la música se extienden fronteras; nos pasó acá y también en la villa 21".

Detrás del muro. 

Año 1978, tiempos de dictadura. La Junta Militar ordenó construir un paredón para ocultar la incipiente villa número 15. Así nació Ciudad Oculta. Lo único que se veía tras los ladrillos era el edificio conocido como Elefante Blanco , un proyecto que pretendía convertirse en el hospital de mayor complejidad de América latina, pero terminó en una masa de hormigón inútil. Al igual que ZaK, Emiliano Milito (Mili), su hermano de la vida y el rap, siente que son la voz disidente de su barrio y de muchos otros.

"El rap nace de la protesta. Podemos cantar acá y en donde hay más plata. Somos las voces de todos y tratamos de decir lo que nos molesta, lo que nos parece que está mal para el pueblo", dice. Una bandera verde, amarilla y roja, los colores del reggae, cuelga con piolines atados a cables de electricidad. "Se siente especial subirse al escenario en cualquier lado", cuenta Mili mientras ajusta los detalles de la puesta en escena. Su padre lo ayuda a instalar dos bafles que estaban en el living de su casa; un amigo suma los tres pies de micrófonos, otro prepara la consola de sonido. Santiago, su hijo de tres años, va y viene desde la casa de los Milito hasta el escenario donde se preparan los músicos. "La idea de la Música sin fronteras es que viaje por toda la Capital. Como llegamos a Ciudad Oculta queremos estar en muchos otros lugares. Mostrar la música en lugares donde no te están esperando", agrega Marcelo.



Estilo Ghetto.

Clan Oculto dejó de ser una banda de pasatiempo para intentar abrirse un camino profesional. Se presentó en el festival Ciudad Emergente , dio shows en Parque Lezama y se sumó a encuentros de reggae en los que tocó con Dante Spinetta , Dread Mar-I , Resistencia Suburbana y Fidel Nadal . Ahora le toca ser los anfitriones de los chicos de Palermo que se suben al escenario y cantan sus hits. Suena El Guacho, que vive y muere en su ley, según la letra del autor. Una melodía suave, con ritmos folclóricos y rimas campestres, se mezcla entre los pases de beat box que improvisan ZaK y Mili, mano a mano en el escenario. "Que la gente nos preste un rato la oreja es especial para nosotros.

Nos gusta que ellos se puedan apropiar de las letras", reconoce Mili, que heredó su amor por la música de las peñas folclóricas a las que asistía con su padre. Aprovecha una pausa en el show para revelar por qué se esfuerzan por no quedar pegados a la cumbia villera: "Si caminás por la villa el fin de semana escuchás Montaner, Camilo Sexto, cumbia o folclore". Pocas veces Clan Oculto recibe dinero por sus shows, o viáticos, que son reinvertidos para comprar equipos o instrumentos.

"Cuando firmamos el contrato para tocar en Ciudad Emergente ¡nos dijeron que nos pagaban como 1000 pesos! Nos fuimos a comprar una Coca para festejar", recuerda Milito. Marcelo Ezquiaga vive de la música. Grabó tres discos con su antigua banda, Mi Tortuga Montreux, y como solista editó Un buen pescador y Hombre golpe. El trío de Ciudad Oculta, en cambio, tiene seleccionadas las canciones para su primer trabajo: Ghetto style. Al proyecto lo intentan concretar a partir de una convocatoria de Idea.me para conseguir fondos. Los separan los barrios, las clases sociales y los recursos; la música, los acerca.



Fuente: Mundovilla.com
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